Tumbes nos da la bienvenida
PERÚ
Para un mejor conocimiento del nuevo país que
visitamos, compartimos los siguientes datos. Perú consta de 25 regiones
administrativas (incluyendo el Callao) a cargo de los gobiernos regionales.
Estas regiones de Perú, se conocen como departamentos, los cuales se dividen en
provincias y distritos.
Para empezar nuestra travesía por el Perú,
decidimos ingresar por la frontera de Tumbes. Este departamento queda la norte
y su capital lleva el mismo nombre. En este lugar permanecimos dos noches,
después de un viaje directo desde Guayaquil en Ecuador, incluyendo migración fronteriza.
Miguel: Nos han dado 3 meses; aunque a
nuestra moto le han dado un año de circulación por el país. Cabe resaltar que
si nos pasamos de días oficiales, la moto es prenda del estado. Es decir, no
hay multa si no que se pierde la moto.
Para ingresar; solo fue necesario presentar
pasaporte, sellar salida de Ecuador e ingreso a Perú; además del pago de 90
dólares del SOAT o seguro de la moto.
María: Un sol rojo nos recibió a la entrada,
mientras se ahogaba en el desierto. De Tumbes avanzamos por el desierto hasta
Punta Sal, un lugar frente al mar con un estilo de vida tranquila y donde todos
se conocen. El couchsurfing que nos recibió, nos dio la oportunidad de quedarnos
por una semana y ayudar un poco en el restaurante; La Pirámide del mar. Que por
cierto, es un excelente restaurante frente al mar, con buena comida, atención y
música. En donde vimos los mejores atardeceres en mucho tiempo.
Pollo: Los chicos estaban nerviosos pío, pío,
pío, un nuevo lugar y los tres necesitamos seguir el viaje y generar ingresos
porque hubo exceso de gasto por la cómoda vida en las Islas Galápagos. Miguel
propuso hasta rifarme si era necesario; así que me encomendé a Dios para que
sucediera un milagro y un día antes de tener que abandonar Punta sal,
recibieron la noticia de que a través de Workaway se podía trabajar a cambio de estadía y alimentación
en un hotel de Máncora.
Máncora
Miguel: De esta ciudad se dice que es la
versión peruana de Montañita en Ecuador. Para mí; representa un lugar muy
diferente, con playas para surfear y hasta las aproveché para empezar una nueva
forma de obtener ingresos. Como se dice: una vez fuera de la zona de confort,
las habilidades innatas de cada ser humanos se activan. Y esta vez, fueron las
de vendedor. Primero comenzamos con un arroz con coco, con un coco que nos
habían regalado y después de varios intentos nos dimos cuenta que era más la
insolación; que las ganancias recibidas. Explorando mercados, seguimos con
ensalada de fruta y no nos fue mejor que con el arroz con coco; ya que la fruta
se dañaba rápido. Finalmente, mientras comprábamos en el mercado lo de cocinar
al siguiente día, vimos a un señor con harina pan (contrabando de Colombia) que
al final fue la solución; porque los demás días vendería arepas con queso en la
playa. Y fue así como obtuvimos excelentes ganancias.
María: Máncora pertenece al departamento de Piura.
La estadía en el hotel empezó por el término de 15 días. Pero ya en la primera
semana nos estuvieron preguntando que si íbamos a estar más tiempo. Y como quisimos
descansar de viajar y además generar ingresos, decidimos quedarnos por un mes.
Una excelente experiencia en la que pudimos aprender mucho y lo mejor, con
personas lindas que valoraban el trabajo realizado y depositaron su confianza
en nosotros.
Pollo frente al mar y Playas de Máncora.
Pollo: Por un mes pude estar tranquilo y
hasta creo que me dio anemia de tanto dormir. Mi cama era amplia, limpia y
cómoda. Además no tenía de qué preocuparme; aunque Miguel insistió que era un
holgazán y que debía ayudar a algo o por lo menos aprender a hacer arepas y/o
venderlas. Pero me hice el loco ja, ja, ja, pío, pío, pío. Además mis oraciones
fueron escuchadas y no tenía porque trabajar.
Visita
a Órganos y Ñuro
Miguel: me he dado cuenta que algunas
personas no valoran lo que tienen. Una vez se ingresa a la costa de Perú, se empieza
a ver el desierto y está lleno de basura. Parece que no alcanzan a dimensionar
el daño que causan al medio ambiente y lo feo que se proyecta de un lugar que
naturalmente es hermoso. Por recomendaciones, en uno de nuestros días libres,
decidimos visitar Órganos y Ñuro. Tomamos la moto, a pollo y nos fuimos con
María a conocer los alrededores de Máncora.
María: Cuando llegamos a Ñuro, encontramos un
pequeño cubículo en el que se tenía que pagar 5 soles c/u por el ingreso al
muelle. La opción que allí se brindaba, era nadar con tortugas. No pudimos
hacerlo. Lo que vimos nos asombró y fuimos incapaces de acceder al agua y ser parte
del circo.
Pollo: Estoy cansado de que quieran sacar
dinero a costa de lo que sea. Cómo es posible que hayan acostumbrado a unas
tortugas a depender de los trozos de peces que echan en el muelle para que
ellas estén ahí y los turistas bajen a sacarse fotos, tocarlas, maltratarles y
casi que subirse en ellas. Eso fue con lo que nos encontramos al ingresar al
muelle. Por eso, Miguel y María no entraron y prefirieron caminar justo debajo
del muelle y nadar libremente.
Miguel: En Órganos también usan el mismo
truco y el muelle es usado para picar peces y tirar los restos al mar. Algunas
aves y tortugas están acostumbradas porque ya tienen alimento tirado por el
hombre.
María: Hemos encontrado que los atardeceres
en las playas de Máncora son realmente hermosos; pero en nuestras caminatas
diurnas, nos ha sorprendido la cantidad de basura que el mar regresa a la
playa. Además, muchos peces grandes y de diferentes especies muertos, también
aves y hasta lobos marinos. Nos hemos preguntado por qué tanta muerte? Será el
resultado de tanta suciedad? O simplemente el ciclo de la vida que terminó en
ellos? Lo que sea que es, nos ha dejado con dudas y tristes de ver un lugar que
por naturaleza es bello, pero alejada de ser un lugar en el que quiera vivir.
María, pollo y yo: Nos despedimos de Máncora en
el departamento de Piura y más que todo de nuestra excelente experiencia en el
hotel de nuestros amigos los rusos. Ahora son parte de nuestra felicidad y
viaje por Perú. No faltaron las lágrimas y una despedida de un hasta pronto que
llevamos en nuestra mente y corazón. Por experiencias como esas, valen la pena
seguir en la ruta.
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