Ruta 40 en Argentina

Esquel en la ruta 40
Miguel: Avancé desde la frontera internacional de Futaleufú y como había ripio en la ruta, me desvié del camino y terminé llegando más tarde de lo planeado a Esquel.
Pollo: La desagradable experiencia vivida por la mala atención de un servidor público en migración, hizo que el ánimo para ingresar a Argentina no fuese el mejor. Que vergüenza que se tomen represalias hacia una nacionalidad por el mal comportamiento de algunos ciudadanos. Estoy seguro que no es justo que todos sean calificados de malas personas por pertenecer a un país, tener una nacionalidad, etc. Y que tengan que cargar con el señalamiento, la duda y mala fama sin ser culpables o tener antecedentes penales.
María: Nos recogió en la ruta que va de Trevelin a Esquel, un policía infiltrado que nos llevó hasta la casa de quien nos recibiría en Esquel. Visitar a Clara ha sido una excelente decisión, una mujer cargada de energía, historias y experiencias. Me hizo sentir mejor el saber que los servidores públicos en migración no representan la buena gente con la que nos hemos encontrado en Argentina. 
José María: Tuvimos planes con los chicos. Hicimos caminatas, visita a una laguna, compras, comidas compartidas y grandes historias y al final, nos despedimos para avanzar hasta El Bolsón.

El Bolsón
Miguel: La salida desde casa de Clara fue como decir hasta pronto a una gran mujer. La moto, pollo y yo avanzamos durante pocos kilómetros hasta la ciudad del Bolsón. Una población al norte de la Provincia de Río Negro en la Patagonia.
María: Con Isy y José María caminamos por más de una hora para cruzar toda la ciudad e ir a las afuera de Esquel. Con pocos minutos en la autopista y disfrutando del lindo paisaje de árboles amarillo y otros  rojizos; un caballero nos recogió y llevó directamente hasta El Bolsón.
Pollo: El buen ambiente, el recibimiento y excelente anfitrión que tuvimos en El Bolsón quien nos llevó a una linda cabaña cerca de Lago Puelo y nos hizo quedarnos un largo fin de semana santa, hacer varias actividades y hasta una larga caminata que terminó en camping a unos cuantos kilómetros de la ciudad. Ja,ja,ja,pío,pío,pío son más que suficientes para tenerlo de amigo e invitarle a visitarnos.
José María: Andar con ellos en estos 3.060  kilómetros desde que salí de Ushuaia me ha permitido conocer mejor a los chicos y saber lo que les hace o no felices. 
Cuando hicimos contacto con Armando, les noté tranquilidad y también agradecimiento por hallar personas como él, capaz de compartir parte de su vida con un par de desconocidos. Eso deja en alto el nivel hospitalario de algunos ciudadanos y por un momento pensé en que los malos momentos que María ha pasado en frontera se calman al encontrar a otras personas abiertas y amables que dan lo mejor de sí.
Pollo: Desde el primer instante disfruté compartir con Armando, de la compañía de los chicos y de la encantadora gata que ronroneaba y corría libremente por la cabaña y campo. Pasamos momentos inolvidables e hicimos un largo paseo que nos llevó hasta El Retamal en donde me perdí junto a María y José María por ser despistados Ja,ja,ja,pío,pío,pío.

San Carlos de Bariloche
Miguel: Hay que continuar la ruta y por ello emprendimos el viaje más al norte por la ruta 40. Esta vez fuimos a San Carlos de Bariloche, una ciudad de gran reconocimiento por la práctica de deporte de aventura y esquiar en invierno. Además, es una ciudad de chocolates, cerveza artesanal y buenas costumbres.
María: Nuevamente y agradecidos con la experiencia recién vivida avanzamos con Isy a las afuera de la ciudad para ser auxiliada por una motera quien nos llevó hasta la población del Bolsón y luego otra linda mujer quien nos acercó al paradero y/o salida a San Carlos de Bariloche donde terminamos subiendo a un carro de distribución de alimento cuyo conductor nos llevó directamente a San Carlos de Bariloche.
José María: Con las chicas agradecimos a Oswaldo por habernos acercado hasta San Carlos de Bariloche. Desde que ingresamos a la ciudad, nos tocó caminar hasta el centro. Observamos una fea ciudad en las zonas periférica,  pero muy bella en el centro. De hecho aprovechamos para tomar el primer chocolate y cerveza artesanal mientras Thomas, nuestro anfitrión nos daba la bienvenida a su ciudad.
Pollo: Cuando llegamos a casa de nuestro anfitrión, volvimos a sentir la tranquilidad de vivir entre el campo y la ciudad. Cerca de la población y Colonia Suiza. Su encantador hogar fue un refugio nuevamente y junto a Isy volvimos a encariñarnos con la nueva amiga gata ja,ja,ja,pío,pío,pío.
María: Aprovechamos para caminar por el campo, visitar la Colonia Suiza, bordear el hermoso lago y degustar un rico chocolate mientras observábamos las costumbres y vida en el campo. La ciudad de Bariloche quedó atrás debido a que estaba lejos del lugar donde descansamos. Nos queda una excusa para volver, así como otras cuantas que no han sido visitadas a profundidad.
Miguel: salimos hasta la siguiente ciudad. Villa La Angostura, un domingo de lluvia leve. Un nuevo y hermoso lugar que vale la pena visitar. La ruta tranquila y rodeada de paisajes maravillosos me permitieron salir feliz de Argentina para volver a Chile por la frontera llamada Paso cardenal Samoré, no sin antes caer; debido al peso y pérdida de equilibrio a causa de la brusca manera como el conductor del carro que iba adelante hizo la pausa.
José María: Salimos de la casa de campo, nos despedimos de nuestro anfitrión y subimos a un bus donde por casi una hora en ruta, llegamos al terminal de Bariloche. Ahí, salimos a la ruta, tomamos el siguiente bus que nos llevaría hasta una población  a las afuera y nos dejaría claramente en la ruta que va hacia Villa La Angostura. Una vez cruzamos el puente y río, una amable maestra junto a su hijo, nos llevó hasta la población de Villa La Angostura; donde pudimos degustar los últimos chocolates y comprar otros para la ruta.
María: Caminamos hasta las afuera de la ciudad y volvimos a ser auxiliadas por la maestra y su hijo, ya que iban a hacer un corto trekking alrededor del lago Nahuel Huapi. Como ese lugar está en medio de la nada, decidimos caminar pensando que estábamos cerca de la frontera, pero no fue así. Caminamos casi dos horas y nadie nos llevaba. Pasado ese tiempo, una pareja de chileno- argentina nos llevó en el planchón de su camioneta hasta que llegamos a la frontera Argentina. Como el dueño de la camioneta debía reportar cuántos pasajeros llevaba, entregamos los pasaportes a él. Esta vez, pensé que no tenía que entrar en interrogatorio. Pero tampoco, no me podía liberar y lo peor, es que la persona de migración me dijo que tenía problemas debido a que no aparecía en el sistema el día que había entrado a Argentina por la frontera de Esquel. Le señalé el sello y fecha en el pasaporte y aun así dijo que en el sistema no estaba. A lo que respondí que si era un error de ellos y no mía, debían solucionarlo. Me entregó el pasaporte con el nuevo sello de salida y según ella; envío una nota para que se corrija en el sistema. Es así como me siento cada vez que cruzo por la frontera de Argentina. No he tenido ni un solo cruce en el que pueda simplemente entregar el pasaporte y que ellos lo sellen sin tener algo para hacer o decir. De hecho, me puse a sumar los días que llevo en miles de kilómetros que he recorrido de Argentina y aún no llevo ni los 90 días como para decir que es que estoy trabajando o desaprovechando los días dados para visitar el país.

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