Hasta pronto Perú


Hemos regresado a Perú después de más de un año de haberle visitado, conocido y enamorado de tanta diversidad, gente y paisajes lindos. 
El ingreso se dio después de pasar rápidamente por Bolivia a la altura de Copacabana por la frontera de nombre Kasani, la cual conecta con Puno.
Nuevamente disfrutamos la majestuosidad del lago Titikaka sólo que esta vez lo vimos por poco tiempo; ya que caí la tarde y no quedaba más que salir de migración y avanzar en la noche hacia Puno al encuentro con nuestra amiga Pamela quien nos esperaba nuevamente. Que afortunados contar con tantas personas lindas. Llegamos tan cansados que en poco tiempo nos quedamos dormidos y al otro día no tuvimos fuerza de salir a conocer más de Puno.  Lo dejamos para otra oportunidad. El día estuvo acompañado de un lindo sol y en la noche la lluvia y la baja temperatura nos hizo cubrir bien. Estamos en una ciudad a 3,827 metros sobre el nivel del mar.
Como nuestro plan es hacer rápidamente la costa peruana y queremos avanzar; dijimos hasta pronto a Pamela y esperamos que ella nos visite en Colombia. Sé que será pronto. Las personas que amamos viajar y tener nuevos amigos confiamos en esos nuevos encuentros. 
El viaje de Puno a Arequipa según el pronóstico era de 310 kilómetros pero habíamos olvidado que viajar en la sierra tiene otro precio.  Salimos por la ruta que pasa por Mañazo que está sin pavimentar e hicimos 80 kilómetros entre lindos paisajes pero todo destapado.
Cuando logramos salir a la ruta 34A creíamos que podíamos lograrlo en poco tiempo. Pero justo notamos que era una carretera con gran movilidad y no dejaban de pasar caravana de camiones cargados de algo que nunca identifiqué y que se hacía entre el tramo de Pampa de Arrieros y Yura. Ese día y los que siguieron fueron suficiente para concluir que falta cultura vial y hay un gran porcentaje de conductores con poco cuidado y respeto a las indicaciones en carretera. Además de los muchos carros con golpes y muchas cruces en la ruta que señalan los múltiples accidentes que se han presentado con consecuencias fatales. El hecho de encontrar conductores de flota nacional que no respetan que es curva, aviso de no pasar, no ir a más de 80 y sin embargo hacían caso omiso. Todo ello hizo que se activará más el estrés y de repente, llegando a la división que conduce hacia Chivay; el cielo se volvió negro, la brisa empezó a mover la moto y empezó a caer nieve y luego una ligera lluvia fría.  No podíamos parar. La moto se aceleraba, después se apagaba y entre tanto caos difícil de explicar y que solo quien viaja en moto o bicicleta sabe que significa, avanzamos entre curvas y abismos hasta llegar a Arequipa donde un motociclista nos esperaba para dejarnos descansar. Él comprendió lo que se siente viajar de esa manera.
Pasamos dos días con ellos y disfrutamos cada detalle y conversación. Planeamos conocer Reservas de Salinas y Aguadas Blanca y salimos por carretera destapada y a no más de 40km por hora para llegar hasta el lugar.
Creo que al final, quedamos sorprendidos ya que lo que hallamos no llenó nuestras expectativas. Los lugares naturales de Perú son lindos, diferentes y dinámicos por donde quiera se miren y visite. Antes de que llegase la noche y la lluvia empezare, salimos del lugar para degustar de la exquisita comida peruana y del mirador Yanahuara.
Gracias a Fiorella y Jorge pasamos un lindo fin de semana y llevamos una amistad para la vida. No hicimos El Cañón del Colca; pero quedamos con la idea de hacer otro viaje para conocer y visitar a nuestros nuevos amigos.

Salida a Camaná
El día estaba iluminado. El cálculo de viaje fue de 180 kilómetros en 3:30 horas. Salimos tranquilos porque el clima y la hora estaban perfecta. Observamos la ruta, naturaleza y justo a la altura de Majes vimos una capa gris al fondo. Pensamos que era resultado de alguna quema pero nos equivocamos. Al avanzar sentimos el cambio de clima y al adentrarnos en la ruta una densa neblina obstaculizaba la visión y adecuado avance por la ruta. Hubo tensión y estrés por los antecedentes de mal manejo en la ruta por parte de algunos conductores; sin embargo salimos ilesos y logramos llegar a Camaná, una población  sencilla en la costa peruana. 
Nuestro anfitrión nos orientó para aprovechar al máximo el tiempo hasta que él se desocupaba. Así lo hicimos y después pudimos compartir con él y su familia, conocer la ciudad, playa principal y hasta fuimos a ver unos jeroglíficos. Después pudimos salir en la mañana siguiente hacia Nasca.

Ruta a Nasca
Saliendo de Camaná hacia Nasca, nos encontramos con experiencias en la ruta, con paisajes locos y algo diferentes. Tuvimos desde el avance por curvas en U hasta conductores que cruzaban por puntos donde se advertía de no adelantar en doble línea o en curva.  De encontrar el mar de frente y luego al lado izquierdo mientras el derecho tenía grandes rocas. También tuvimos que pasar por zonas de arenales con viento que la llevaba de un lado del mar a la otra parte de la carretera y hasta pasar por lugares con evidencia arqueológica.  Ha sido toda una aventura hacer 400 kilómetros por la ruta 1S y encontrarnos con 80 de esos kilómetros en ripio en una carretera nacional y de gran movilidad.
Llegamos a Nasca en la noche y quien nos recibió es un hombre a quien admiramos y respetamos. Él nos permitió un lindo lugar para descansar, conversar y compartir. Y, aunque intentamos ir a ver las momias, se nos complicó porque cuando llegamos al punto que el mapa señalaba, encontramos a dos personas de guardia que indicaron que las momias ya no estaban ahí. Salimos hacia el lugar que ellos señalaron y nos llevamos la sorpresa de que ellos se encargaron de informar mal y terminó el día sin poder ver tan anhelada evidencia de momias en esa zona del sur peruano. 
Al día siguiente salimos a Cañete a visitar a otro amigo a quien habíamos conocido hace más de un año; cuando pasamos por esa ciudad. La ruta S1 que conecta la costa peruana nos mostró lugares que habíamos  conocido de bajada. Entre ellos pasamos por Ica, Pisco y después de un día de sol, 300 kilómetros y pausas obligatorias llegamos a Cañete para compartir con Jesús, descansar una noche y seguir el viaje hacia Lima.

Viaje a Lima
El día estaba tranquilo, proyectamos hacer menos de 200 kilómetros pero el viento estaba en contra. Sin embargo, avanzamos por la costa y pasado el medio día nos encontrábamos en Lima, compartiendo con otra linda familia que nos recibió para permitirnos conocer más de la cultura, compartir con ellos y vivir otra experiencia maravillosa y enriquecedora que aporta al viaje y a la vida.
Siempre es bueno comprobar por sí mismo especialmente cuando se habla o hacen comentarios negativos. Recuerdo que en nuestro viaje de bajada huimos de Lima por los tantos comentarios negativos que escuchamos. En ese entonces, nos aseguramos de no pasar por la ciudad. Y ahora, más de un año después estamos en el centro de la ciudad; conociendo en moto, en tren, en bus y hasta a pie lo más que podemos. Claramente manejar en Lima es un lío y un caos pero pudimos vivir una experiencia nueva y valorar muchos aspectos de la vida. El centro histórico es hermoso, hay varios museos cerca y son gratis. También hay otros pagos. Se puede comer muy bien y a buen precio. Un almuerzo está entre los 7 y 9 soles en adelante.
 
En nuestro paso por la ciudad también notamos las diferencias sociales, las zonas limpias y pulcras y las zonas llenas de desechos y suciedad como en muchos lugares de Sudamérica. Es algo que se repite. El día que salimos sentimos tanto estrés porque los conductores van a toda velocidad y no siguen las reglas mínimas de conducción.  Se cruzan, pitan, se salen de las líneas, adelantan en lugares prohibidos. Tanto fue el estrés que llegamos a la siguiente posada, cansados y sin ánimo de conocer algo más.
Otro de los puntos que nos ha sorprendido es que al estar en la carretera principal mantienen el mismo comportamiento y además que el viento acompaña la ruta y descontrola la moto. También nos hemos encontrado zonas de Arenamiento, cuya arena pasa de un lado a otro de la carretera y hasta hace perder la visibilidad. 
Por la costa peruana es muy común; ya que a un lado está el mar y al otro el desierto y es ahí donde se da el flujo de arena que hace figuras en el suelo hasta que se confunde con sombras o fantasmas.
Unas horas después llegamos a Barranca; una población tranquila en donde fuimos recibidos por un motociclista que nos dejó descansar y al siguiente día seguimos la ruta hacia Samanco, la casa de nuestra amiga Adriana a quien habíamos conocido en Piura el año pasado. Que emocionante ha sido volver a verle y compartir historias de nuestro tiempo de viaje y lo mucho que hemos aprendido. Junto a ella y su pareja pasamos momentos agradables y charlas amenas que nos transportaron a los sueños y planes de viajar además de las aventuras vividas al inicio del viaje. Ella a dedo y nosotros en moto.
Regreso a Reque
Decidimos hacer más de 280 kilómetros y pasar de largo la ciudad de Trujillo. Seguimos la ruta nacional costera que es la S1. Un poco de viento, desierto y sol.  Después de 10 horas en la moto. Llegamos a la Ecoaldea Eutopia de donde habíamos partido el año pasado dejando atrás un hermoso proyecto de Bioconstrucción. Encontrarnos nuevamente con Pepe y su familia ha sido muy significativo además de desconectarnos de la ciudad y pasar dos días ameno en un lugar tan tranquilo y rodeado de un clima perfecto.
Puedo decir que la naturaleza regala tranquilidad. Es tanta la paz que estuve tiempo de ver el vuelo de un colibrí quien revoloteó alrededor de mí y supe que también podía trinar. No sabía que un  colibrí podía emitir tan lindo sonido pero entendí que como guardián del tiempo me traía un mensaje del significado de las pequeñas cosas. Son esos pequeños detalles que nos regala la naturaleza y que gracias a espacios y el tiempo que tengo libre, hoy puedo disfrutar. Cuan grato ha sido tener esa oportunidad. 

Se termina  nuestro viaje y paso por Perú. Es el momento de regresar a Colombia. Nuestra última ciudad es Sullana. Ahí pasamos una noche antes de ingresar a Ecuador por la Sierra. Nuevamente me voy agradecida con la gente y experiencia en Perú.  Hay nuevas experiencias y esta vez aunque ha sido solamente la costa peruana recorrida en 20 días exactamente, nos llevamos grandes amigos y buena impresión de sabores y comidas. Claro que también recordaremos las historias con los conductores y la imagen de muertos en la ruta debido a la gran imprudencia de muchos de ellos. Por otro lado, una imagen abrumadora de la cantidad de basura que suelen tener en la ruta nacional y en las entradas y salidas de las ciudades. Aun así; sigo pensando que conocer a Perú ha sido un gran placer.  Atrás quedaron los más de 2.580 kilómetros entre Yunguyo y Suyo cuando cruzamos frontera ecuatoriana.

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