Volviendo a casa después de 22 meses por Sudamérica
Los
días han pasado. Han sido casi dos años desde aquel día que decidimos partir a
conocer la gran Sudamérica teniendo pocos planes más que explorar y vivir el
día a día. En el camino nos sorprendimos con lo poco conscientes de los
diferentes climas y culturas que íbamos a visitar. Ese día 20 de febrero del
2018 salimos desde la ciudad de Cúcuta y
frontera con Venezuela, decidimos avanzar sin saber qué nos esperaría. Tuvimos
miedos, dudas al no tener una ruta estructurada como estábamos acostumbrados
antes de salir de viaje. Aun así, salimos en nuestra pequeña moto “hormiga”
SZR150 cargados de ropa que al final no era la precisa, además de otros
implementos que nunca debimos cargar.
Ahora,
regresando al país pareciese que sólo fueron pocos días los que estuvimos
ausentes. Pero muchas cosas han pasado, cambios políticos, migración venezolana,
reformas, asesinatos, etc.
Pollo
dijo que era necesario cuidar la moto y no dejarla sola porque se veía personas de comportamiento extraño en la calle. Nos encontramos con zombies
andantes. Por un lado, venezolanos buscando cruzar a Ecuador y otros regresando
a Colombia, sumergidos en el caos de la frontera. También encontramos a aquellos que están avanzando
por carretera arrastrando uno que otro bolso y niños. Hombres, mujeres y niños
con mirada perdida, cansancio en su vida y en condiciones de abandono y pobreza.
Asimismo, volvimos a ver la condición de muchos colombianos de calle. Tuvimos
miedos y recuerdos. Es la triste realidad y teníamos que avanzar hacia Pasto
después de casi tres horas en Migración.
Después
de presenciar un choque en la frontera, preguntar por un SOAT que no nos
vendieron, perder horas en trámites para sellar pasaporte y decir adiós a
Ecuador e ingresar a Colombia pasada las 4:00 de la tarde sin agua y sin
almuerzo, avanzamos ansiosos por llegar al punto de descanso. Cuál sería la
sorpresa, que el tiempo planeado para hacer menos de 100 kilómetros entre Tulcán y Pasto se
convirtió en 3 horas de viaje debido a los trabajos que se están realizando la
vía. Por fin llegamos a visitar a
nuestros amigos Los cuyes Andariegos quienes están en planes de viajar por
Sudamérica próximamente. Y a quienes deseamos las mejores rutas y aprendizajes.
Al siguiente
día, la ciudad de Pasto amanecía con la noticia del Paro nacional. Salimos a
las calles y sólo encontramos protestas en 4 calles y el resto de la ciudad
vivía como si nada. No nos sorprendió la actitud de algunos. Aunque hay que
tener en cuenta y según algunas versiones cercanas nos indicaron que como
muchos salieron en el Paro anterior, las empresas les enviaron un email informando de que en esta
convocatoria debían ir a trabajar. Para que tengan una idea de la manera de
callar a los que exigen un cambio nacional y que no están de acuerdo con lo que
se ve y vive en Colombia.
Aprovechamos
para hacer los trámites de SOAT por un valor de 479.900 y Tecnomecánica por
135.000. Ese mismo día, nos despedimos de Los cuyes Andariegos y salimos rumbo
a la ciudad de Popayán.
En Popayán,
tuvimos la suerte de conocer un gran caballero, curioso, soñador y amable
aventurero. Con él pudimos probar casi todos los sabores de la comida típica del
Valle del Cauca. Gracias a la vida por seguir presentando nuevos amigos y personas
que siguen aportando historias y vivencias a nuestro viaje.
Esta
vez nos pareció que Popayán no era tan frío. Conocimos nuevos lugares y después
de un hasta pronto, seguimos la ruta hacia la ciudad de Cali.
Cali
nos tendría una sorpresa. El partido entre América de Cali y Júnior convertiría
la ciudad en una gran fiesta. Además de ser fin de semana. En la noche vimos
alumbrados y se volvió a escuchar la algarabía, velitas y música de
Navidad. Recuerdo que hace un año
estábamos en Bolivia y no se vivió nada parecido.
Salimos
con Juston e Isabel a conocer la ciudad, visitar lugares emblemáticos, probar
nuevos platos y después de un día de visita rápida, descansamos y al siguiente
día avanzamos hacia la ciudad de Armenia.
Los paisajes son lindos. Las vías en
buen estado. El verde de la zona y la ruta que pareciese estar entre la selva
nos llevó a la ciudad de Armenia al encuentro con una gran mujer motociclista y aventurera. Aprovechamos
cada instante y salimos a conocer y compartir con conocidos de ella en la
población de Circasia. Al otro día, y por nuestra cuenta fuimos al parque del
Café a la que podemos llamar “Parque de atracciones” en vez del Café. El costo de
la entrada más 7 atracciones tuvo un costo de 55.000 c/u.
Debíamos
continuar; así que al siguiente día avanzamos hacia Salento. Fue una visita ligera
debido al afán por avanzar y llegar a casa. Salento cuenta con paisajes lindos
e intensamente verde y de clima perfecto que parece el lugar indicado para
vivir. El universo nos presentaría con el dueño de un hotel y restaurante de
Salento. Al vernos, se acercó para invitarnos a un Café, guardar nuestra moto
cargada y pesada e invitarnos a almorzar.
Además entre charla y café aprendimos de él y de sus negocios. Son esos
encuentros fortuitos con grandes enseñanzas y sorpresas para nosotros.
Al
valle del Cocora se puede ir en moto o en Jeap pagando 8.000 pesos cada uno que
incluye ida y retorno. Una vez en el punto de observación se encuentran otras
opciones. Caminata de 3 a 6 horas. Cabalgatas o un corto recorrido hasta un
mirador que cobra 2000 y otro que cobra 4000. Salimos de la ciudad y avanzamos
hasta llegar a Pereira al encuentro con la mamá de una viajera y amiga que
conocimos en la Patagonia Argentina que al saber que pasaríamos por el eje
cafetero nos puso en contacto con su mamá y ofreció para hospedarnos. Son esos
detalles que nos presenta la vida y que valoramos mucho. Es resultado de las
cosas que aprendemos al viajar.
Ha
llegado el momento de planear los siguientes pasos. Trabajo, ruta para seguir,
vida y temas de la vida después de retornar a la ciudad después de haber estado
desvinculada durante 3 años del mundo del trabajo formal. Asusta un poco lo que nos espera. Pero soy
consciente de que con un poco de paciencia y organización, además de carisma,
buena energía y disciplina se puede lograr trabajar y disfrutar lo que se hace.
Trabajaremos hasta que sea necesario y seguiremos disfrutando de los viajes y
visitas de amigo mientras tengamos salud y vida.
Avanzamos
hacia Medellín donde nos espera un familiar. Ya empezamos a sentirnos cerca de
casa. Pero aún sigue la adrenalina de
nuevos lugares, entornos y la fiesta de Navidad.
La ruta
de Pereira a Medellín es relativamente corta pero no deja de aparecer trancón por
motivos de reparaciones en la ruta lo cual hace que el viaje planeando para 4
horas termine siendo el doble. Que triste y real es que año tras año se repita
el mismo dañó en carreteras colombianas. No se si no se fijan pero acá pasa
todo como una película. Se puede repetir escenas cada año. Sé que la naturaleza
colombiana es accidentada pero seguro que si lo hiciesen bien, podría resistir
muchos años. No somos el único país ubicado en terreno montañoso.
Esta
vez pudimos disfrutar unos días tranquilos en Medellín y volver a ver familia y
a dos grandes hombres que me han enseñado mucho en la vida. Gracias al padre
Urbano y su acompañamiento desde que era una adolescente, logré mucho de lo que
ahora soy. Y gracias a los consejos y recomendaciones del padre Guerra tomé el
impulso de renunciar al trabajo en el 2016 y salir a conocer del mundo. Ahora
de retorno a casa me encuentro con ellos y es cuestión de analizar la situación
un par de minutos para darme cuenta de cuanto se desgasta el cuerpo y cuantas
cosas pueden pasar en poco tiempo. Sólo agradezco a la vida por haberme
permitido encontrarles y coincidir un rato con ellos. Ahora puedo abandonar tranquilamente Medellín.
Seguimos
el camino a Floridablanca. Fueron 10 horas de viajes por rutas rotas y en
procesos de reconstrucción. Se nota la
poca coordinación en algunos puntos. Se
hacían trancones y si no hubiésemos buscado soluciones de avanzar, el tiempo
usado en la ruta hubiese sido mayor.
Nos
esperaba una familia en Floridablanca. Con ellos compartimos y como ya es
costumbre en los encuentros con otros motociclistas es como si le conociésemos de
mucho tiempo.
Cerramos
este ciclo de viaje durante 22 meses exactamente, llegando a la ciudad de
Cúcuta el día 19 de Diciembre y creyendo que podíamos llegar en moto avanzamos.
Pero esta vez y faltando 23 kilómetros para estar en casa, la hormiga no dio
más y se apagó. Lo intentamos pero no pudimos llegar a casa sobre ella. Se dejó
llevar tranquilamente en una grúa y así cerramos el ciclo de viaje por
Sudamérica. . Agradecimiento total a
cada uno de los que hicieron parte de este proyecto hecho realidad. A quienes
nos ayudaron con sus consejos. A quienes
nos recibieron como parte de los amigos más allegados. A quienes celebraban con
nosotros cada vez que llegábamos a un nuevo lugar. Nunca les olvidaremos y siempre
serán parte de nuestra vida y experiencia.
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